
Una de las maravillas del ser humano es, sin duda, su creatividad. Nos ha permitido desarrollarnos hasta cotas impensables. Somos un homínido que, en unos pocos miles de años, ha pasado de dormir en primitivas cabañas o cuevas a pisar la Luna. Pensamos que el don de la creatividad lo tienen unos pocos, pero nuestra especie ha sabido transmitir y copiar con maestría esos conocimientos adquiridos casi “por casualidad”.
Recientemente he visto una fabulosa charla de John Cleese, integrante de los Monty Python, en la que habla sobre cómo ser creativos. Dice que la creatividad es literalmente inexplicable -¿cómo compone Beethoven o pinta Goya?-, es más sencillo decir lo que no es creatividad. Sin embargo, cita al psicólogo Donald Mackinnon (Universidad de California) que mostró, investigando a científicos, arquitectos, ingenieros y escritores, que aquellos considerados “más creativos” por sus colegas, no tenían un cociente intelectual superior. ¿Entonces por qué son diferentes? Por tener una mayor facilidad para ponerse en un estado particular, que permite a su creatividad natural operar. Mackinnon lo describe como “una habilidad para jugar”. Es decir, los más creativos son “como niños” porque son capaces de jugar con ideas y explorarlas, no para obtener un propósito inmediato, sino sólo por el afán de divertirse. Jugar por jugar.
En sus 35 minutos de maravillosa exposición, plagada de sentido del humor y chistes, dice que él no es mejor que sus compañeros de Monty Python. Simplemente se quedaba más rato jugando con las tramas y guiones, pensado situaciones absurdas hasta dar con una idea ingeniosa. Tiempo, paciencia y tesón. Mucha horas gastadas inútilmente, es verdad, pero es que la creatividad no sale gratis.

Según John, tenemos dos estados cuando trabajamos en la oficina: modo abierto y cerrado. El modo cerrado es cuando somos más productivos, haciendo tareas que dominamos y tienen una finalidad. El modo abierto se da cuando la vorágine laboral nos deja un hueco para pensar, reflexionar, sin un propósito claro. Es ahí cuando jugamos y podemos tener un chispazo de ingenio.
Aprecio mucho este tipo de conferencias que mezclan conocimiento y humor. Data de los 80 del siglo pasado y, si ha superado el filtro del tiempo causándonos hoy todavía admiración, es que merece la pena ser escuchada. Les dejo el enlace y ya saben, no pierdan la curiosidad y sigan jugando. Así continuaremos viviendo en un mundo maravilloso.
Manuel J. García Rodríguez. Director de Desarrollo Estratégico de Globoversia.


Deja un comentario